jueves, 15 de marzo de 2012

Pastoral para la Promoción


La Pastoral Social en su conjunto tiene como fin último, LA PROMOCIÓN HUMANA; entendida como el proceso de crecimiento integral de las personas y de los grupos o comunidades, que comienza con una toma de conciencia de sus propios valores y capacidades, continúa con una percepción crítica de la realidad y un discernimiento a la luz de los principios del Evangelio y la DSI; y busca la transformación política, económica, social, cultural y ambiental; a través de la SOLIDARIDAD Y LA PARTICIPACIÓN activa y responsable de todos y todas. Para ello, esta línea de acción se ocupa de promover en la parroquia estos dos valores fundamentales para alcanzar la Promoción Humana.
Es tal vez una de las líneas con el reto más grande y para lograrlo, propone las siguientes acciones:
1.Pastoral del Mundo del trabajo: Es la acción organizada de la Iglesia para la evangelización del mundo del trabajo (persona e instituciones) mediante la promoción de la cultura del trabajo, del desarrollo integral de la persona y de la construcción de una sociedad libre, justa y participativa.
 
 
 
Para esto se propone:
üAnimar y coordinar una acción pastoral en el mundo del trabajo en sus diversos ámbitos: local, nacional y continental.
üPromover un concepto más humano y cristiano del trabajo, que estimule el desarrollo integral de la persona.
üImpulsar la formación de una espiritualidad del trabajo, que ayude a todos los hombres y mujeres a acercarse, a través de él, a Dios, creador y Redentor a participar en sus planes salvíficos y a profundizar en sus vidas la amistad con Cristo, asumiendo una viva participación en su triple misión de Sacerdote, Profeta y Rey.
 
2. Pastoral por el derecho al desarrollo: La Pastoral Social debe promover el desarrollo de las comunidades teniendo en cuenta algunos principios orientadores planteados por el Papa Pablo VI en la Populorum Progressio:
El desarrollo como vocación
El desarrollo como deber
No se reduce al crecimiento económico.
Debe promover a la persona.
La personas es artífice de su propio progreso.
 
 
 
Para conseguirlo, se propone:
üPromover el desarrollo de las comunidades y organizaciones comunitarias, para mejorar sus condiciones de vida, partiendo desde una percepción crítica de la realidad, pasando por un compromiso personal y comunitario para transformar las realidades temporales a la luz de los principios orientadores del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
üAcompañar a las organizaciones comunitarias existentes, enriquecerlas con los aportes de la Doctrina Social de la Iglesia y proyectarlas hacia el trabajo organizado para conseguir juntos el bien común y el desarrollo integral de las personas y comunidades que configuran su población objetivo.
 
 
3. Pastoral para la construcción de lo público: La Iglesia promueve la construcción de una sociedad hacia la utopía cristiana de la “Civilización del Amor”; para ello el ser humano se edifica integralmente para entrar en contacto con otros y, producto de esa interacción, la conformación de las estructuras que finalmente definen la sociedad.



  Por lo tanto, la Iglesia juega un papel importante en la construcción de lo público; porque es en ello donde el cristiano debe evidenciar su capacidad de amar, de construir, de testimoniar el Reino que anuncia y celebra.
  Construir lo público significa trabajar decididamente por la Justicia Social, la cual se fundamenta en: La Participación y la Solidaridad que son una exigencia de la enseñanza bíblica. Por ello es indispensable la formación de la conciencia social y la percepción realista de los problemas de la comunidad y de las estructuras sociales, para que entre todos podamos transformarlas y hacerlas más acordes a los principios y valores del Evangelio.

 


Para ello se propone:
üIluminar y animar al pueblo a un real protagonismo.
üIluminar desde la DSI la actuación política de los laicos dirigida al saneamiento, al perfeccionamiento de la democracia y al servicio efectivo a la comunidad.
üOrientar a la familia, a la escuela y a las diversas instancias eclesiales, para que eduquen en los valores que fundan una auténtica democracia: corresponsabilidad, participación, respeto a la dignidad de las personas, diálogo, bien común.